10. UNA PUERTA AL PASADO

           

 

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    Tras pasear por el Carbonífero, el camino se adentra en un bosquecillo a través de un sombrío portalón rocoso. En este punto iniciaremos un descenso, en sentido literal y en sentido temporal, por ser este paso, la frontera que separa la edad que dejamos atrás y un pasado mucho más remoto: el Cámbrico.  

    A partir de esta invisible frontera temporal van apareciendo nuevos afloramientos rocosos  de edad cámbrica, como pizarras, calizas y  dolomías, que, como veremos más adelante, se formaron en el fondo de otro  mar mucho más antiguo.   

   Poco a poco, a partir de este punto, nos iremos adentrando en un tiempo geológico diferente: un supercontinente  en proceso de fragmentación, rodeado por un vasto océano que va inundándolo todo; faunas que se extinguen y faunas que aparecen; ingentes fuerzas deformadoras de estratos, provocadas por el desplazamiento de las placas litosféricas;  volcanes vomitando lava, etc.      

    Pero mientras, sigamos  el camino serpenteando entre el matorral. Al fondo puede divisarse nuestro destino: la ermita de Linares.    

 

 


          

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