CASIMIRO JESÚS BARBADO LÓPEZ

 

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PROPUESTAS LAICISTAS  

Hace varias semanas entró en escena una nueva plataforma contra el “laicismo extremo”. Se trata de un vástago de esa organización intolerante y ultraconservadora cuya finalidad no es otra que la de gritar e insultar,  para  hacerse oír en el coro mediático. En su web  critican a Ecolo, con cierta dosis de perversidad demagógica,  por ser el único partido político que se compromete con las tesis laicistas de Córdoba Laica,  a las que califican, además,  de  “antirreligiosas y liberticidas”.

Poco más tengo que decir, salvo denunciar que esta nueva plataforma ve la paja en el ojo ajeno, mientras permanece ciega al progreso y a la democracia, por la viga que le atraviesa la retina. No obstante, quiero  aprovechar estas  descalificaciones para manifestar las dos cosas que más me entristecen al respecto: La  incomprensión de nuestro mensaje por gran parte de la ciudadanía y la falta de compromiso con la libertad de conciencia  de un determinado partido político, a cuyos líderes se les llena la boca de laicismo estatal, mientras que su delantera municipal juega  en sentido contrario… O permanece muda, esperando un milagro electoral redondo del tipo ¡Virgencita, que nos quedemos como estamos!

Pero, lo peor, y lo más difícil de cambiar, es la  mentalidad del ciudadano/a, que confunde laicismo con antirreligiosidad, sin tener en cuenta que el primero es un movimiento que aglutina a creyentes, ateos y agnósticos  y, además, respeta profundamente a todos/as los ciudadanos/as, independientemente de sus creencias o increencias. Ni siquiera es anticlerical en sentido general (*), aunque sobran los motivos… incluso para los católicos.   Según la RAE, el laicismo es una doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa. Sin embargo, a mí me gusta más definirlo por lo que hace y por lo que defiende: Es el pensamiento y la acción dirigidos hacia la consecución del Estado Laico, auténticamente democrático, libre de imposiciones religiosas. Y se caracteriza por la defensa del derecho fundamental a la Libertad de Conciencia y a la convivencia, en igualdad de derechos, de todas las cosmovisiones personales.

Con una mano señalando al cielo de estas reflexiones y con la otra en el cajón del pan de cada día, Córdoba Laica propone a la ciudadanía y a los partidos dos ideas muy simples: Primero,  que nuestros ayuntamientos y diputaciones se desvinculen de cualquier confesión religiosa; es decir, que nuestros representantes no asistan oficialmente a sus celebraciones, no subvencionen sus actividades y retiren de los edificios públicos toda su simbología. La segunda es más prosaica y tiene mucho que ver con algo que, por ser tan corriente, no reparamos en ello. Porque a nadie le sorprende  que un elevado porcentaje de matrimonios se celebren en el Alcázar y que sea un edil la persona que oficie la ceremonia. Si esto es tan normal, ¿por qué no podríamos aceptar que el ayuntamiento facilite a los familiares recursos para la celebración de un funeral civil? Solo se necesita un espacio verdaderamente laico (municipal) y una persona que oriente a las familias en esos momentos tan difíciles, para evitar que la inercia confesional se imponga o el adiós se convierta en un acto vacío y sin contenido. ¿Y por qué no ir más allá y realizar ceremonias de acogida a los recién nacidos, independientemente de las creencias de sus progenitores? ¿Y por qué no propiciar el encuentro anual de los jóvenes que adquieren la mayoría de edad y con ello las nuevas responsabilidades ciudadanas? ¿No favorecerían estas ceremonias civiles el sentimiento de pertenencia a la comunidad, por encima de las diferencias ideológicas?

Espero que, al menos, el lector/a empiece a ver los ritos de paso con otra perspectiva y que los partidos pierdan el miedo a incluirlos, junto con la aconfesionalidad institucional,  en sus programas electorales. 

Casimiro Jesús Barbado López

Miembro de Córdoba Laica

 

(*) RAE

anticlerical

1. adj. Contrario al clericalismo.

2. adj. Contrario al clero.

 

clericalismo

1. m. Influencia excesiva del clero en los asuntos políticos.

2. m. Intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios.

3. m. Marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices.