NO DISCURSO
No
voy a leer un discurso. Estas construcciones del lenguaje suelen estar,
por regla general, tejidas con palabras rimbombantes y sonoras, pero
vacías y planas. Por el contrario, las mías están afiladas y llenas de
contenidos, y van dirigidas al centro de las emociones, que algunos
sitúan en el corazón.
Tampoco se trata de una
canción de despedida. Y no lo es aunque traspaséis físicamente los
límites de este centro (más de uno dirá que ya era hora de que se
abriesen las puertas de la cárcel) y os adentréis, cargados de
ilusión, en una nueva etapa vital, allá afuera.
Os vais, sí; pero os
quedáis vagando como almas en pena por los rincones del edificio
y en la memoria viva de los que permanecemos en él. Abandonáis este
espacio real, de este salón de actos, de estas aulas, pero os integráis
en el espacio virtual de nuestras mentes y del programa de ordenador de
secretaría.
Os alejáis, pero os
pedimos que volváis siempre que necesitéis ayuda al otro lado, en esa
otra realidad tangible y dura que es la vida de adolescente, cuando
empieza a gozar de esa autonomía personal que le permite equivocarse y
acertar en el río revuelto de las decisiones.
Y si no es un discurso, ni
una despedida, ¿qué estamos haciendo aquí y ahora?
Yo lo definiría como un
conjunto de reflexiones hilvanadas con motivo de vuestra titulación;
como una poligonal declaración de admiración; como un cuadrado
imperfecto, en cuyos vértices se sitúan, como piedras angulares, las
cuatro ideas fundamentales surgidas a la luz de este encuentro de
no-despedida:
JUSTIFICACIÓN
AGRADECIMIENTO
FELICITACIÓN
Y
BUENOS DESEOS
Vosotros, los alumnos y
alumnas, y nosotros, los profesores y profesoras, configuramos un
ecosistema (ya salió la clase de ecología que nos faltaba) en el que
cada uno ocupa su lugar en un amplio y complejo conjunto de relaciones.
Nuestro papel en este
espacio escolar ha sido el de facilitaros el acceso al conocimiento,
desde las múltiples y variadas parcelas del saber, incluyendo las del
saber hacer y el saber ser y estar. Para ello hemos cumplido, mejor o
peor, con la función que nuestro puesto de responsabilidad nos ha
reclamado y nos sigue reclamando. Y por eso os hemos exigido sacrificio
y entrega, corregido conductas incorrectas, abrumado con normas, tal vez
excesivas, y limitado vuestro movimiento con barreras físicas.
Vosotros y vosotras, como
ocurre a estas edades, habéis desempeñado perfectamente vuestro rol de
críticos con toda autoridad emanada de un adulto. Lo sabemos porque,
aunque cueste creerlo, hemos sido como vosotros.
Pero en este tira y
afloja, en este roce continuo, la verdad, la nuestra, resplandece, para
mostrarnos a todos que, aunque la escuela decepciona en muchos casos,
nuestro trabajo no tiene otro sentido que el de ayudar al alumnado en su
proceso de construcción personal.
Así, sin darnos cuenta,
termina la JUSTIFICACIÓN y comienza el AGRADECIMIENTO.
Gracias por dejarnos
cumplir con nuestras obligaciones.
Por enseñarnos a ser cada
vez mejores profesores y profesoras.
Por vuestras aportaciones
para mejorar la vida en el centro.
Por vuestras críticas,
muchas veces acertadas.
Y nuestra FELICITACIÓN,
que no es sólo por una titulación conseguida o congelada un año más (la
vida no son títulos, sino experiencias), si no por vuestro esfuerzo,
sacrificio y tesón.
Y para terminar esta
geométrica declaración, dos buenos DESEOS:
El primero, mirando hacia
el pasado:
Espero que guardéis la
esencia de los buenos recuerdos de vuestro paso por el IES “Miguel
Crespo”; que retengáis todo lo que es digno de retener en la memoria,
borrando los momentos más desagradables y más tensos, o, al menos,
endulzándolos con el sabor de la justificación proclamada en las líneas
precedentes.
Y el
segundo, con la vista puesta en el futuro:
Que
nunca digáis, junto al camino, no puedo más, aquí me quedo.
La
voluntad es el motor de la inteligencia y de la vida, y la autoestima,
su combustible.
¡No
rompáis el motor! ¡No agotéis su combustible!
Un
abrazo de todos vuestros profesores y profesoras. Hoy amigos y amigas.
Director del IES “Miguel Crespo”
26
de junio de 2000
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