LINNEO Y EL SEXO
Hay unos cuantos términos científicos,
no anatómicos, que poseen connotaciones sexuales. Por ejemplo:
Corrimiento de tierras, polvo estelar, climax, etc. Su
utilización en clase genera siempre murmullos y algunas sonrisas
cómplices. En cierta ocasión su uso trascendió hasta una sesión de
evaluación de 4º de la ESO, cuando un reducido grupo de alumnos/as lo
consideró un poco “escandaloso”. Este atrevido rincón de la ciencia
también está dedicado a ellos/as.
La nomenclatura
científica es binomial. Cada especie se identifica con un nombre y un
“apellido” latinos (o con raíz grecolatina). El primero es el Género y
el segundo es el descriptor específico. En muchas ocasiones se
añade también una o varias letras y un número, para indicar el nombre
de la persona que la catalogó y el año en el que lo hizo. Para
ilustrarlo, hablemos de un voluptuoso hongo y de una planta gigante.
El primero
habita en rincones húmedos de nuestros
bosques, ricos en materia orgánica en putrefacción. Es una seta hedionda
que sorprende por su morfología. Sus ejemplares maduros poseen una
estructura característica que podríamos describir con detalle. Pero no
hace falta. Para obtener una fotografía mental rápida de su aspecto nos
basta con el nombre que el botánico John Gerard le puso en 1597:
“fungus virilis penis effigie”. Posteriormente sería rebautizado por
Carl Linneo, de quien nos ocuparemos más adelante, como Phallus
impudicus, por su forma y “actitud” poco recatada. Es comestible en
su fase más juvenil.
Como un falo, pero deforme y
monstruoso, es la inflorescencia (espádice) de Amorphophallus titanum
Becc., una alienígena planta tropical. Su espádice, de vida
efímera, crece a razón de 10 cm diarios, alcanzando más de 2,5 m de
altura. Su olor a carne descompuesta atrae a las moscas que depositan
sus huevos sobre cadáveres, facilitando así el proceso de polinización.
Un juego de engaño y confusión con el que la Naturaleza nos sorprende
una vez más.
El sueco Carl
Linneo (1707-1778) es el padre de la Taxonomía moderna. Ideó este
sistema binomial para poner orden en el caos reinante, ya que la misma
especie podría ser nombrada de manera diferente por los naturalistas, en
función de las características que quisieran destacar. Es autor del
Systema Naturae, un extenso catálogo de animales, plantas y
minerales, que pasó de once páginas, en 1735, a más de tres mil, en su
última edición de 1770.
Siendo muy
joven sufrió las críticas de sus contemporáneos por la naturaleza sexual
de su clasificación botánica, en un mundo académico regido por la moral
y las buenas costumbres. Por aquella época, a pesar de que se conocía,
desde 1694, la naturaleza sexual de la reproducción floral,
la Botánica era considerada
una Ciencia delicada, femenina y sublime, porque acercaba al ser humano
a la maravillosa obra del Creador, plasmada en la belleza y pureza de
las flores. Todo cambió cuando este osado botánico comenzó a comparar
los diferentes elementos florales con el sexo de varones y hembras:
Anteras con testículos, filamentos con conductos seminales, pistilos con
vulvas, vagina con estilo y cáliz con lecho nupcial o tálamo.
En su taxonomía incorporaba nombres y descripciones que parecían
extraídas de un cuento erótico: “Clase Poligamia. “Los maridos
(estambres) con sus esposas y concubinas (pistilos) cohabitan en
diferentes tálamos (…)” Muchos de sus contemporáneos la consideraron
pornográfica y poco científica. El botánico Johann Siegesbeck, director
del Jardín Botánico de San Petesburgo, la calificó como “aborrecible
prostitución”. Desde entonces una mala hierba lleva su nombre:
Siegesbeckia.
Linneo nombró y
describió unas 7700 plantas y 4400 animales. Por ejemplo, englobó bajo
el género Clitoria a un conjunto de plantas leguminosas cuya
flor recuerda al órgano sexual femenino. Clitoria cordubensis es
una de ellas… Pero crece en Argentina. Y no sólo se fijó en su aspecto.
Bautizó una hierba, caracterizada por su mal olor, con el nombre de
Chenopodium vulvaria (no sabemos nada sobre la naturaleza íntima de
sus observaciones). En cuanto a la fauna, denominó Crepidula
fornicata a una lapa que construye cadenas de hasta doce individuos,
con una hembra de gran tamaño en primer término. A esta “orgía lineal”
se le van pegando sucesivamente machos con largos penes, que se
transforman en hembras hacia la mitad. Pero su nombre no responde a su
azarosa vida sexual, desconocida por el científico sueco. Se debe a la
forma curvada de su concha (del latín fornix, arco o bóveda), en
recuerdo de las cámaras abovedadas situadas en los bajos de los grandes
edificios romanos, donde las prostitutas ejercían su oficio: fornicar.
La Taxonomía es
la ordenación jerárquica de la inmensa biodiversidad existente,
encerrada, desde Linneo, en dos nombres. Como hemos visto, unos pocos
poseen alusiones directas al sexo. Y es que la Ciencia es una actividad
humana. Como “el comer”… Y todo lo demás.
DIARIO CÓRDOBA. 22.10.08
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