CASIMIRO JESÚS BARBADO LÓPEZ

 

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Adiós Inés, concejala y madre (*)

Yo no sé si algún vecino de Santa Cruz del Valle habrá ensalzado ya, verbalmente o por escrito, el trabajo de mi madre, Inés López Silva, como Teniente Alcalde del Ayuntamiento, fallecida el pasado 5 de diciembre. Probablemente se le reconocerá en algún pleno municipal o de  la Diputación Provincial. Quizá esta familia, tan dispersa por Madrid, Extremadura y Andalucía no se entere jamás. Por eso quiero aprovechar esta carta para recordar que fue la suya una labor de lucha por mejorar, en la medida de lo posible, la vida en este pequeño pueblo abulense. Escuelas, fiestas, piscina, arreglos de calles, averías, proyectos de empleo, etc. Todo esto pasó por sus manos y por su cerebro entre los 78 y los 81 años de edad.  Recuerdo cuántos momentos de felicidad le deparó su entrega a esta causa. Pero también, ¡cuántos disgustos y  cuánta tristeza provocados por otros tantos desencuentros y por la impotencia de no poder hacer las cosas mejor por falta de recursos! (Parece mentira que en una localidad de tan pocos habitantes, las posiciones  se encuentren tan enfrentadas que, a veces, lleguen a rozar lo personal).

Un poco de todo esto me contaba casi todos los días por teléfono, filtrándolo gota a gota, para no preocuparme y no enojarme, conocedora del temperamento de todos y cada uno de sus hijos/as. Y yo, mientras, deseando que se tomase unas semanas de descanso para dedicarlas a su salud o que llegase el final de su mandato, para que comenzase  a disfrutar de esa jubilación que nunca tuvo, tras una vida dedicada a sacar adelante a los demás: Crianza y educación de sus cinco hijos; esposa y secretaria de un inspector de enseñanza, alcalde y senador; cuidado de varios ancianos/as y enfermos en su propia casa, etc. 

Pero no ha podido llegar  al final de esta legislatura. Probablemente una patología silente más un cúmulo de preocupaciones convertidas en émbolo   han propiciado su muerte de manera fulminante e inesperada. No lo sabremos nunca. Lo que sí sabemos es que ya no está con nosotros/as para transmitirnos ese coraje por mejorar el pequeño mundo que le rodeaba, su afán por ser autónoma y su entrega desinteresada a los demás. Aunque nos quede su recuerdo como combustible para seguir...

Yo no sé si alguien reflexionará sobre el sacrificio de mi madre por una causa tan noble, en unos tiempos donde la política está tan devaluada. En cualquier caso, son suficientes las banderas a media asta en el balcón del Ayuntamiento y la ovación que recibió antes de que el cortejo fúnebre emprendiese su último viaje.

Gracias María Jesús, alcaldesa amiga y compañera de mi madre. Gracias ediles de la localidad y de los pueblos vecinos. Gracias Santa Cruz.

(*) Diario Ávila (16.12.10)