CASIMIRO JESÚS BARBADO LÓPEZ

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A UN ALCALDE

 

Yo quiero ser en serio el carpintero

del sillón que dejaste aquí un buen día

desfenestrado sultán, hoy tabernero.

 

Acariciando votos, urnas frías

y otros órganos de elección con desacierto

a tus desalentados compañeros

 

ofreceré tu derrota como simiente.

Tanta ilusión se agolpa en mi cerebro

que de reír me duele hasta la frente.

 

Un bofetón en seco, un golpe bajo

un urnazo terrible y alcaldicida

un resbalón bestial te ha destripado.

 

No hay nada más grande que la dicha

que saborea un pueblo y sus vecinos

hacedores del fracaso y tu caída.

 

Ando sobre tu pronto ya apagado

y sin calor de nadie y sin malicia

te dedico estos versos afilados.

 

Tarde se desesperezó tu pueblo entero

más tarde madrugó la democracia

muy tarde estás rodando por el suelo.

 

No perdonan tu suerte ya anunciada

tus compañeros de lista y de rechazo

no perdonan tu rabia desbocada.

 

En los mítines se fragua tu derrota,

porque lanzaste arpones ciegamente

cuajados de sandeces y de broncas.

 

Quiero decirle al pueblo con apremio

quiero dejar constancia ante tu gente

que la caída fue por tu mal genio.

 

Y quiero minar el lodo hasta encontrarte

y verte allí tragándote con rabia

esos últimos sapos aún calientes.

 

No regresarás al ring de los políticos

tu historia será la de un posadero

que avergonzó a Marx y a sus acólitos.

 

Alegrarás la coalición sin tu presencia

que estar unidos es estar de otra manera

que ser de izquierdas es lo opuesto a tu arrogancia.

 

Y volverás al bullicio de las gradas

y a la Luna de julio en el asfalto

y al medio de vino y a las tapas.

 

Que tu corazón soberbio y fuerte

sin la vara de alcalde tendencioso

se desangre de sangre intransigente.

 

Por las aladas almas de las pólizas

en una historia real yo te requiero

que tenemos pendientes varias cosas

tabernero del dogma, manigero.

 

TARARÍ  QUETEVÍ

Junio de 1987