PRESENTACIÓN TRIDIMENSIONAL DEL COLECTIVO PCCC
Voy a contar quiénes formamos el colectivo Profesorado
de Córdoba por la Cultura Científica, de dónde
venimos y hacia dónde vamos, construyendo un triángulo con tres
historias aparentemente inconexas. La primera es un soneto, que
desciende por los caminos de la tristeza; la segunda, una ley que nos
arroja en brazos de la desesperanza, y la tercera, una crónica
periodística que abre un baul de ilusiones reverdecidas. Unamos sus
extremos y habremos descrito el nacimiento, en junio de 2005, de un
nuevo colectivo en pro de la enseñanza de las Ciencias.
Pero antes desentrañar esta extraña mezcla, quiero
agradecer al Ayuntamiento de Córdoba, a la Delegación de Educación y a
la Diputación Provincial, su apoyo explícito y su presencia; a Cajasur,
por acogernos en su casa, y a los amigos y amigas asistentes, por
animarnos a seguir por la senda que hemos comenzado a desbrozar.
Fue en 1602, cuando Lope de Vega escribió un emotivo
soneto titulado “A un caballero, llevando su dama a enterrar él mismo”.
Recito su primer cuarteto:
Al hombro el cielo, aunque su sol sin
lumbre,
y en eclipse mortal las más hermosas
estrellas, nieve ya las puras rosas,
y el cielo, Tierra en
desigual costumbre.
Cuatro siglos después, el profesorado de Ciencias repite,
conscientemente, el mismo penoso sepelio, llevando a hombros nuestra
difunta dama: la Ciencia. El sol sin lumbre, el eclipse mortal de
estrellas y las rosas convertidas en nieve son metáforas que,
trasladadas al lenguaje curricular, cobran un nuevo significado:
-
Elevado número de alumnos por aula.
-
Dificultades en la comprensión de conceptos.
-
Escasez de tiempo para el desarrollo de las unidades
didácticas.
-
Trabajos prácticos ausentes.
-
Exceso de contenidos memorísticos y a veces, poco
significativos.
-
Metodologías transmisivas.
-
Disminución de alumnos/as que eligen opciones de
Ciencias en 4º ESO, Bachillerato y Universidad.
La segunda historia transcurre entre la demolición de un
antiguo edificio legislativo y la construcción de otro denominado Ley
Orgánica de Educación, a cuyas puertas hemos llamado reiteradamente. En
su interior, casi terminado, contemplamos sus Objetivos Generales casi
sin Ciencia, el conocimiento científico optativo en cuarto de la ESO y
una deliberada falta de previsión, al no tener en cuenta las
peculiaridades de las enseñanzas científicas, basadas en los trabajos
prácticos.
La crónica periodística la firma D. Gregorio Marañón y
fue publicada en el diario El Liberal, el 23 de abril de 1919. En
la misma, el joven médico relata, con gran admiración, sus impresiones
personales durante la conferencia impartida por Marie Curie en el
anfiteatro San Carlos de Madrid, promovida por el Congreso de los
Diputados (¡qué contraste con la historia legislativa anterior!).
Concluye la misma enalteciendo a la descubridora del polonio y del radio
al calificarla como “una santa fecunda de una
religión (...) que en lugar de contemplar a Dios le arranca sus secretos
y los reparte entre los hombres.”
Sus palabras de elogio cobran un especial significado al
recordarnos el papel de los científicos en la sociedad: dialogar con la
Naturaleza, establecer las leyes que la gobiernan y hacerlas
inteligibles. Y el del profesorado, más humilde y a veces, menos
reconocido: entregar a nuestro alumnado estos conocimientos y algunas
estrategias para construirlos en su mente, junto con los valores que los
sustentan y hacen de la Ciencia una empresa humanista y ética:
Valores y conocimientos para moverse por el mundo.
Y es en este cruce de caminos donde nos encontramos: Unas
enseñanzas olvidadas -casi enterradas- por las Administraciones
Educativas, una LOE que no recoge esta situación y no aporta las
herramientas para corregirla y un proyecto ilusionante para un
colectivo, como el nuestro, formado por varias decenas de profesoras y
profesores de Ciencias, de Enseñanza Primaria, Secundaria y Superior,
que orientan sus actuaciones en un mapa cuyas referencias son estos
puntos cardinales:
-
La reivindicación de las Ciencias como materias
básicas en la formación integral de las personas.
-
La promoción de la Cultura Científica en la escuela y
en la sociedad, como elemento fundamental del acervo cultural de la
Humanidad.
-
La reivindicación de medidas concretas para mejorar
la enseñanza de las Ciencias.
-
La mejora de la actualización científica del
profesorado.
Los versos finales del poema dedicado a “Un olmo seco”,
de otro insigne poeta, D. Antonio Machado, nos servirán para poner punto
y seguido a esta triangular introducción:
Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida
otro milagro de la primavera.
El tiempo nos dirá si el milagro se ha
producido. En cualquier caso, el trabajo está mereciendo la pena. MUCHAS
GRACIAS. NOS VEMOS EL SÁBADO, 11 DE MARZO, EN LA CALLE DE LAS CIENCIAS.
Córdoba, a 9 de mayo de 2006. |