UN EXPERIMENTO
A GRAN ESCALA
El papel de las Ciencias en el progreso
de la sociedad es indiscutible. Lo sabe todo el mundo y, en particular,
empresarios y gobiernos. Sin embargo, esta verdad de Perogrullo no se
ve reforzada con políticas educativas que promuevan el mismo objetivo.
Es decir, pretendemos aumentar los recursos en Ciencia y Tecnología
(Zapatero, en El Mundo, el 26.06.05), sin formar el suficiente
número de cerebros para llevar a cabo estas estrategias. ¿O tal vez
pensamos importar investigador@s como juguetes made in Taiwan?
Y a nivel personal, ¿qué papel desempeña
la formación científica en la educación del ser humano? ¿Podemos vivir
en el siglo XXI sin el mapa que forman los conocimientos
científicos, tan necesarios para entender el mundo y movernos por él con
soltura?
Para respondernos a estas cuestiones y
comprender mejor la importancia de la cultura científica en la formación
de los ciudadanos/as, proponemos la realización de un experimento mental
del tipo “El gato de Schrödinger”, en la que un felino, una
partícula radiactiva y un veneno interactúan en el interior de una caja,
bajo la mirada de un observador, que abre o cierra la caja a voluntad.
Los “gatos” de nuestro experimento serán
hombres y mujeres, mayores de edad, con una formación científica
básica, actual y contrastada objetivamente.
El
procedimiento experimental consistirá, primero, en borrar de sus mentes
todo lo relacionado con ocho de las grandes ideas científicas del siglo
XX, correspondientes a los diseños curriculares de 4º de ESO: Genes,
Tectónica de Placas, Estructura del Átomo, Origen del Universo,
Evolución de los seres vivos, Energía y Máquinas, Ecosistemas y Procesos
Químicos.
La segunda fase del experimento se basará
en la observación de estos mismos sujetos, desprovistos de este poso
cultural, enfrentándose a situaciones reales del mundo actual:
clonación, células madre, terremotos, radiaciones, contaminación
ambiental, drogas, naturaleza humana, ingeniería genética,
sostenibilidad, sequía, cambio climático, crisis energética, industria
química, energía nuclear, desequilibrios Norte-Sur, cáncer, explotación
y distribución de los recursos, el ser humano en el universo, pérdida
de biodiversidad, etc.
¿Cómo interpretarán el mundo? ¿Cómo se
verán a sí mismos dentro de él? ¿Necesitarán recurrir a elementos
mágicos para explicar el devenir de los acontecimientos? ¿Tendrán una
opinión fundada en torno a estos temas y tomarán decisiones de forma
razonada? ¿Serán capaces de participar y actuar responsablemente ante
problemas relacionados con la cultura que les hemos negado? ¿Serán unos
ciudadanos más libres y por tanto, más críticos?
No seamos ilusos. Alguna mente
prodigiosa se nos ha adelantado y la investigación anterior ya se
está llevando a la práctica, pero, esta vez, a gran escala. Forma parte
del sistema educativo actual, que, utilizando como conejillos de indias
a chicos y chicas de 12 a 16 años, está propiciando su salida de la ESO
sin los conocimientos mínimos necesarios para entender el mundo que les
está tocando vivir.
Una generación a la que se les ha negado
en las aulas, sistemáticamente, el acceso a estos conocimientos, con
una prematura y falsa segregación en ciencias y letras, como si ambos
saberes estuvieran sumidos en un combate reiterativo, a la manera
del bachiller Carrasco contra el caballero de la Triste Figura, en el
que el primero quiere apartar al otro de su heroica misión.
Aún estamos a tiempo de sacar al gato
de Schrödinger de la caja y evitar que siga tomando el
veneno de la incultura. Necesitamos un cambio de mentalidad en la
sociedad y en la clase política, que el profesorado y los investigador@s
debemos liderar, situándonos al frente de un movimiento en defensa de
esta forma de Cultura, entendida no contra nada, sino a favor de una
educación integral, en una sociedad compleja y cambiante.
|