MAPA GEOLÓGICO DE CÓRDOBA |
La Península Ibérica está constituida por tres grandes unidades geológicas: el Macizo Hercínico o Hespérico, que forma el núcleo precámbrico y paleozoico de la placa ibérica y que viene a coincidir con el dominio geográfico de la Meseta Ibérica, las cordilleras alpinas que la rodean (Pirenaica, Ibérica y Bética), formadas por rocas paleozoicas, mesozoicas y paleógenas y las cuencas sedimentarias neógenas (Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir, etc.).
En la provincia de Córdoba dichas unidades están
representadas respectivamente por Sierra Morena al norte, que constituye
el borde sur de la Meseta Ibérica, las Cordilleras Béticas al sur y la
Cuenca del Guadalquivir en el centro.
Estas tres unidades están formadas por rocas de
distintas edades, que a su vez contienen fósiles que se han formado en
distintos ambientes del pasado. Estudiar e interpretar las rocas junto a los
fósiles que contienen, es la clave para la reconstrucción de la historia
geológica.
Una parte pequeña de las rocas que afloran en la provincia es
de origen ígneo; es decir, se ha formado al enfriarse el magma y
consolidar en una lenta intrusión plutónica (como el granito) o en una erupción
volcánica. Dichas rocas no pueden contener fósiles, ya que las temperaturas
elevadas han destruido los restos orgánicos.
Las demás rocas (más del 90 % de la superficie) son de
origen sedimentario (aunque algunas han podido sufrir transformaciones
metamórficas posteriores). Es decir, se
han depositado en áreas continentales (ríos, lagos, etc.) o marinas (deltas, zonas costeras, plataformas, etc.) y lo
han hecho horizontalmente, constituyendo estratos. Los estratos, al
endurecerse y transformarse en roca, han conservado caracteres composicionales y
estructurales de los sedimentos (litofacies) y de los organismos fosilizados (biofacies),
que en conjunto proporcionan una valiosa información para reconstruir la
historia de los procesos geológicos y biológicos del pasado. Así, podemos
considerar cada estrato como una página de la historia de la Tierra. La sucesión
de estratos superpuestos (de más antiguo a más moderno) constituye la columna
estratigráfica de una región.
Un área concreta puede estar en un momento determinado
emergida, predominando entonces los procesos erosivos y sin quedar de ese tiempo
registro sedimentario, o sumergida, produciéndose normalmente sedimentación y
acumulación de estratos. Por eso es casi imposible encontrar un lugar donde haya
un registro estratigráfico completo de toda la historia de la Tierra, ya que los
continentes y los mares se han estado moviendo continuamente. Sin embargo el
registro estratigráfico de la provincia de Córdoba es uno de los más completos
que se pueden observar en la Península, ya que desde hace unos 2.000 millones de
años han existido procesos sedimentarios en distintos lugares de la provincia,
con ligeras interrupciones.
Si apilamos los
estratos que aparecen en la
superficie de la
provincia de Córdoba, ordenados por edades, obtendremos una columna
estratigráfica. Como se puede observar están representadas rocas de todas las
eras y de casi todos los periodos. Cada litología o tipo de roca se representa con un símbolo característico y a su vez, a todas las rocas o estratos
pertenecientes a cada periodo se les asigna un color propio. Cuando la
sedimentación es continuada en el tiempo, los estratos se representan
superpuestos con superficies planas (concordancia). Cuando entre la
sedimentación de un estrato y la del siguiente de la columna ha transcurrido un
tiempo en el que ha habido erosión o no ha habido sedimentación (discordancia),
se representa simbólicamente con una superficie gruesa ondulada.
El mapa geológico de la provincia de Córdoba
representa la distribución en el espacio y en el tiempo de estas formaciones
rocosas. La división cronológica de las distintas unidades se representa con los
mismos colores que se han utilizado para la columna estratigráfica. Se ha
utilizado un color para todas las rocas del Precámbrico. Al Paleozoico, en
cambio, se le han asignado tres colores, uniendo Ordovícico, Silúrico y Devónico,
que suelen aparecer juntos y ocupan pequeñas superficies.
La era Mesozoica se representa con tres colores, uno para
cada periodo. A la era Cenozoica, por la complejidad de sus afloramientos, se le
han asignado seis colores: uno para el Paleógeno-Mioceno inferior, dos para el
Mioceno medio y otro para el superior. El Plioceno y el Cuaternario poseen
también sus colores propios. Por último se ha reservado un color distinto para
las rocas ígneas intrusivas.
El reparto de colores en este mapa no es casual, sino que
está relacionado con la posición de los grandes dominios geológicos. El
Macizo Hercínico (Sierra Morena) está ocupado por bandas de rocas
precámbricas y paleozoicas que se alinean en dirección NO-SE, coincidiendo con
las líneas estructurales en las que se dispusieron las rocas en la orogenia
hercínica (durante el Carbonífero). Todo este dominio está atravesado por dos
conjuntos de rocas ígneas plutónicas que intruyeron al elevarse las antiguas
cadenas montañosas de la Meseta: el batolito de Los Pedroches, continuo, más al
norte, y el eje magmático de Villaviciosa-La Coronada, discontinuo, situado más
al sur.
El área de las Cordilleras Béticas que cubre el sur de
la provincia, pertenece a las Zonas Externas de dicha cadena y principalmente a
la unidad llamada Subbética. Las líneas estructurales aquí marcan una dirección
NE-SO y el conjunto está formado por rocas mesozoicas y paleógenas, que han
constituido a veces enormes bloques que se han desplazado (cabalgado) hacia el
norte a medida que se elevaba la cordillera a finales del Paleógeno y principios
del Neógeno.
Entre este relieve recién elevado y el viejo Macizo Hercínico
se situó un surco, llamado Estrecho Bético, alargado en dirección E-O que se
abría hacia el Atlántico y estuvo durante casi toda la era Terciaria cubierto
por el agua del mar constituyendo la Cuenca del Guadalquivir. A medida
que llegaban los sedimentos de las áreas emergidas, se iba rellenando y cerrando
hasta quedar en el Plioceno relegado a un valle por el que empezó a circular el
río Guadalquivir. Integran esta unidad las rocas del Neógeno, junto con los
depósitos cuaternarios superpuestos, que constituyen gran parte de la Campiña y
el valle del Guadalquivir.
Interpretar la columna estratigráfica global y el mapa
geológico de Córdoba, es tanto como reconstruir la historia natural de los
procesos geológicos, del clima, de la geografía, de los ecosistemas y de la
biosfera del pasado.
Fuente: "Recursos Naturales de Córdoba:
Fósiles Animales", de M. Bellido, et al. Diputación de Córdoba. 1998